Siempre nos quedará Burgos.
Amigos y no tan amigos que un día fueron más que amigos pero ahora son conocidos.
El frío y la paz. La escarcha en los árboles, aunque iba dispuesta a la nieve de Alto Campoo que no pudo ser.
Ver a gente que conoces del instituto, de fiesta, del barrio y ver cómo todo cambia y nada permanece.
Extraña en la ciudad que me vio nacer, reír y crecer.
Me quedo con la familia, con despertarme en una cama que pesa y no oir nada, con Nuria, ver y ver más películas, dar paseos en bici, sentir el Espolón, los besos de después de las uvas y el vapor de agua que se lleva nuestros secretos a altas horas de la madrugada.
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