Eolo guardaba en un saquito con un cordel dorado los vientos para mejorar su fluir.
Me estoy balanceando entre nieblas que, a modo de tumbonas, se desatan suspirando en Madrid. Perdona Irene. Tiempo, corcheas, fonambulo (sin tilde). Pero se puede contar hasta 12 y flotar al final del día, estirando el mar con los pies.
Pestañear y cosquillear, la misma cosa cuando estás enamorado.
Los globos son regalos de Eolo, seguro. Me pregunto de quién serán las pompas de jabón.
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