lunes, 24 de marzo de 2008

Y así que pasen veinte años


Esas personas que no recuerdas cuándo conociste. En qué momento empezaste a compartir tus secretos, a jugar, a invitarles a casa, tus cumpleaños, escribirles cartas en verano, los primeros amores, enfados, reencuentros,... hasta que de pronto, pasan los años y siguen ahí. Así han pasado más de veinte años junto a Nuria y Alba, mis amigas "de toda la vida", que se dice pronto. Nuestras vidas han ido por caminos muy distintos desde 8º, cuando existía EGB, pero año tras año, con la excusa de un cumpleaños, de unas navidades, de Madrid, del messenger o Bruselas; seguimos ahí. Porque ya sabemos que nos tenemos muy dentro y que no hace falta llamar todos los días para no perder el contacto. Es esa sujección que se tiene sin necesidad de tocarse, como me amarró el acantilado en Vizcaya o cuando estaba a 20 metros de altura en el Palacio de los Deportes. Es esa confianza en la que la familia y la amistad se diferencian sólo por la sangre. Y lo que nos queda, que veinte años no es nada.

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