miércoles, 25 de junio de 2008

De talles


Vives el día a día, que se convierte en un mes a mes, en un año a año y de repente un olor, una textura, un papel con garabatos se expande en el infinito y te transporta por un momento a la rutina que seguías hace 5, 12, 20 años.

Ayer mi Amiga Pilar me regaló la baraja de los 7 países que había visto hace unos días en su casa. Así, de repente, reconstruí la caja de galletas donde guardaba mis juguetes en el salón, cuando me sentaba en un cojín a pasar las horas, e inmiscuída en el tiempo conjugado con la distancia reviví mi felicidad, metida en una baraja de cartas. Los personajes de cartón tenían vida, fue antes de las Barbies, mucho antes de la televisión cuando fraguaba auténticos culebrones de indios, árabes y chinos.

Al llegar a casa abrí la baraja como si fuera un pájaro recién caído del nido, al que hay que tratar muy suavemente y poco a poco fui acariciando con sumo cuidado mis cartas favoritas, imaginándome como una india con una pluma en la cabeza viviendo lejos de aquel cojín corriendo por el mullido césped en busca de nuevas aventuras.

Aún sin pluma pero con el mismo espíritu de aquella india van consumiéndose los minutos para la nueva hazaña. Tic, tac.

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