sábado, 14 de noviembre de 2009

Pescadors




Un año ya. Y unos pocos días.

Son tantos los momentos que he vivido en Pescadors que no quedan palabras para definirlos. Recuerdo que en una película de Almodovar uno de los actores sacaba fotos de sus muebles, la gente habla con sus plantas y cuida a sus mascotas como si fueran bebés, yo lo reconozco: me he hecho amiga de mi casa.

Me ha traído la tranquilidad, el amor, la dulzura, la paz, el sol, los pájaros y el aire de mar.

El silencio...

Y me da pena abandonarla, desnudarla de esos accesorios que nos han unido.

¿por qué se puede coger tanto cariño a objetos inanimados?

Supongo porque se va también mi ropa tendida y mi aportación de "bona tarda" a las señoras sentadas con sillas en la acera, preguntar a Rosa qué tal ha ido el día o pedirle los alicates a Quim.

Algunos instantes también he conseguido meterlos en cajas y los llevaré con orgullo como un caracol por donde vaya.

Adiós señores, me voy a coger flores para la nueva casa. Ésta, no se merece menos.

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