La quiromancia nos habla de líneas pero más allá de las curvas matemáticas perfectas que puedan interpretar las vidas se encuentran los pliegues, los cortes, los empalmes. Ya nunca será lo mismo.
Recuerdo el chándal verde de Álvar, al Sebas con las rodilleras intentando parar los goles, el jersey de punto de Adriana, la bolsa de 15 pesetas que se compraba Nuria cuando volvíamos del colegio, cómo se me alteraba el corazón en la clase de costura con ese amor inocente a los hermanos Puente, el día que corrí con Andrés hacia su casa, la rosa de Javi, el cumpleaños en que regalé el mismo estuche que Esther Quintanilla, cambiarme los papeles de colores con Alba en el patio, a Zuazo y Villagra les tenía un poco distantes porque me pillaban al final de la lista pero recuerdo que Sergio Miguel y Diego Vaquerizo tenían que irse a Villatoro después de clase. No recuerdo las cartas de amor que me escribía Pablo Sáiz en 2º pero la juguetería de la Plaza Mayor siempre me habla de él.
En fín, que ya nunca será lo mismo porque no somos Benjamin Button pero ayer pudimos reirnos y respirar aquellos años como si no hubiera pasado por medio un instituto ni una universidad ni el mercado laboral, como si al cabo de los días no nos disgregásemos de nuevo a El Salvador, Bruselas, Madrid o Barcelona.
Por un momento, tuvimos nuestro recreo, con esa pureza y lealtad que nos unió durante 10 años y que ha hecho que sigamos sonriéndonos y abrazándonos de esta manera incondicional porque al fin y al cabo, sabemos que estamos entre amigos.
Ya nunca será lo mismo pero gracias a que fue podemos hoy disfrutarnos.
2 comentarios:
Muy bonita la entrada, la verdad que lo pasamos muy bien y debemos repetirlo cuando podamos.
Un saludo
Sebas ;)
Gracias Sebas. Lo de las rodilleras lo tengo presente si cierro los ojos ;)
Claro que repetiremos!
Emma
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