Cada momento se divide en segundos que analizados individualmente no significan nada pero en conjunto crean una vivencia. Este minúsculo trozo de vida después se instaura en nuestra memoria y quizá se acomode para siempre, de forma que podemos acceder a él como quien echa mano de la sal para cocinar, o quizá se desmenuce con el tiempo y más tarde se recupere instantáneamente, o incluso puede que nunca más vuelva a incidir en nuestra mente... ¿de qué depende?
Afirmar que depende de lo intensa que haya sido esa sensación o de la cantidad de importancia que le hayamos dado no funciona, al menos, en mi caso. A veces el subsconsciente me regala sin ton ni son instantes pasados que son bastante banales y otras me oculta recuerdos gratificantes que me gustaría rememorar pero han sido relegados a algún lugar que no consigo desenpolvar.
Ignoro si éste fue el origen de la fotografía, es decir, que Niépce un buen día decidiera dedicar su vida a salvaguardar sus propias experiencias de una forma tangible y encontrara en una caja de luz el modo para hacerlo. Sea como sea, es bastante reconfortante que lo haya conseguido y nos encontremos en este punto de la historia para disfrutar de sus beneficios, ya que nos permite, a su vez, no olvidarnos a nosotros mismos con el tiempo.
Puesto que sólo somos lo que hemos vivido.
3 comentarios:
Bellisima reflexión. Una de las mejores interpretaciones de la culturav fotográfica que he leido. Besos
gracias majo! me has ruborizado y todo :)
Añadimos una página más?
http://www.vimeo.com/4155700
:)
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