jueves, 4 de noviembre de 2010

A destiempo


(Lil´s photo)

- El sol que inunda la terraza en noviembre.

- La sorpresa en la cara de un anciano.

- La gota que no llegó a colmar el vaso.

- Tú.

- La llamada que esperabas hace un mes.

- Estar en casa con amigos a los que no veías hace más de cinco años.

- El ingeniero en telecomunicaciones que consiguió dirigir la orquesta de un musical.

- El pasado lunes que se empeñó en volver a ser domingo.

De repente, el mundo se estira, se desliza, se dobla, se retuerce y te rompe todos los esquemas. Y qué bonito, sin embargo.

jueves, 21 de octubre de 2010

La soportable levedad de los días de la semana


Hoy es un jueves que parece un miércoles porque el martes no fue martes sino domingo. Y como el jueves no lo he sentido como tal, he comenzado a pensar quien dijo que el jueves no fuera domingo, quien dio esa importancia al domingo y por qué hay personas que se llaman Domingo.

Me imagino a un grupo de primates estableciendo qué era "ciervo" y qué salida del sol se definiría como "miércoles". Predispongo, casi sin querer en mi mente, un grupo de astrólogos que discutieron durante un tiempo todavía indefinible la hora 24 del martes y no la 25 del miércoles. El profesor que enseñó metódicamente a sus alumnos la primera subdivisión de los días. El filólogo que definió la semana en el primer diccionario. El poeta al que denegaron la creación de un día octavo.

Y así, girando un poco del revés las categorías a las que estamos tan acostumbrados, se me antojan extrañas y elásticas. Pero ya que entre nosotros nos hemos puesto de acuerdo que hoy es el día 21 de octubre del 2010, me gustaría dedicar este post a mi amigo Domenico Landolfi, el único Domingo al que conservo hoy en día aunque sea en versión italiana y estemos a jueves.

martes, 5 de octubre de 2010

¿luna o lámpara?


La lámpara de mi cuarto ha tocado a su fín. Llevaba días anunciándolo: esto no es lo mío, decía mediante apagones repentinos mientras yo alternaba rápidamente el interruptor. Así, Requiem in pace, hoy ha sido descolgada oficialmente del techo para su reparación porque muy a su pesar algunas lámparas pueden continuar su fatigosa vida durante más de lo que ellas en principio pensaron.

La cuestión es que, con la tontería se me ha quedado una luna dibujada, supongo que con las idas y venidas las luces han ido rozando la pintura blanca y así se han formado pequeños puntitos dibujados en degradado a modo de cráteres que simulan una auténtica luna. Vamos, que yo no la podría haber diseñado mejor. Esto es como cuando un arquitecto quiere hacer un edificio y se fija en la montaña, por mucho que lo intente nunca podrá superar su entropía.

Me encuentro con la disyuntiva de sustituir o no mi improvisada luna por la lámpara frustrada, que volverá en un par de días. En estos momentos, y como alternativa, un astro ideado por Ikea se apoya en el suelo.

Así pues, se aceptan todo tipo de recomendaciones: ¿luna o lámpara?

p.d: no, no pienso llamar a los de Cuarto Milenio.