sábado, 23 de mayo de 2009

Va por el Johnny


Hace tiempo que no me hago fotos. Y hace ya unos cuantos meses que no escribo. No es por esto que no siga siendo presumida ni que miles de ideas me hayan bombardeado todo este tiempo. Unas cuantas de recuerdos, varias de posibles inventos, otras de arte y algunas de reflexiones.

Y es así, solo crecemos. Continuamente.

Este año cerrarán el Johnny. Aquel colegio que me brindó la experiencia de pasar de los 17 a la mayoría de edad entre 399 colegiales. En 4 años puedo decir que casi no conocía Madrid por la variedad de ofertas que había dentro de lo que entonces era mi casa. Teatro, música, radio, biblioteca, plató de tv, comunidades con prensa, con nueva gente con conocer, con fiestas a horas insólitas... es la vida universitaria dirán ustedes. La verdad es que no es así, ignoro cómo será la de otros estudiantes hoy en día pero aseguro que no será la misma. Con sus rencillas y vaivenes éramos una gran familia y con un ensordecedor aire de libertad, de oportunidad a la creación. Desde el aula roja al aula taurina.

Mi generación fue la primera de representación femenina pero allí desde siempre se pudo entrar acompañado de amigos y demás calificativos que te ponías tú y podían añadir los demás. En el salón de actos pasé mi gran parte de vida johnniesca, viendo a los más grandes, y no hablo del Club de Música, que me brindó conocer esos ritmos de jazz y flamenco que yo ignoraba por completo, sino a los actores de teatro. Y no me refiero a famosos sino a los más currantes: horas y horas de ensayo engullendo arte en 3 paredes vacías. Esta incitación durante muchas noches me hizo comenzar a adquirir mi pasión hasta entonces oculta sobre los escenarios que se llenan por creaciones humanas en movimiento.

En fín, no quiero alargarme. Solo espero que no se cierre definitivamente, que pueda perdurar ese oh sí, johnny sí que coreábamos gente de distintas ideas, lugares, tendencias. En mí, al menos, nunca quedará un olvido.