La virtù

La fortuna, amén de mudable, escoge a los impetuosos para realizar sus designios. Es preciso, pues, combatir a la fortuna con la virtù organizada.

Por virtù se entiende la capacidad, el valor y el saber técnico mediante los cuales un príncipe - y por extensión los hombres- organiza y orienta su acción hacia fines deseados. Virtù es, pues, ímpetu, pero también decisión y prudencia; arrojo, pero también inteligencia, capacidad para emplear los recursos a tu alcance y conocimiento capaz de generar recursos propios. La virtù, que a veces se confunde con la prudencia es, asimismo, sentido de anticipación, provisión de riesgos que comporta movilización no tanto para los fines inmediatos, sino para una concepción de mayor alcance desde la cual se midan no sólo las ventajas a corto plazo -de las que es preciso cuidarse- sino también, y fundamentalmente, los riesgos inherentes, el "veneno que a menudo ocultan" las fáciles victorias.

Virtud es, para terminar, capacidad de adaptación a las circunstancias. Y contra quien en una lectura fácil creyera que el solo objeto de la virtù es la adquisición o el mantenimiento del poder, Maquiavelo aclara: "no se puede considerar virtud al asesinato de los ciudadanos, la traición a los amigos, ni a la carencia de palabra, humanidad y religión. Tales medios pueden proporcionar poder, pero no gloria". La virtù, pues, aspira a la gloria y el poder tiene sólo sentido cuando es el medio para alcanzar esta última.

Hablando de Ciro, Maquiavelo deja bien claras las relaciones entre fortuna, virtù y oportunidad: "Bien estudiadas la vida y conducta de Ciro se verá cómo la fortuna no intervino decisivamente sino que fue la oportunidad (occasione) quien la facilitó la materia sobre la que introdujo la forma conveniente. Inútiles hubieran sido su talento y valor (virtù) si no se les hubiera presentado la ocasión de emplearlos, de la misma manera que no hubiera servido para nada la oportunidad sin sus cualidades personales".

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El Príncipe de Nicolás Maquiavelo